Decidió no tomar ya más decisiones y dejar que las cosas sencillamente ocurriesen, solas. Aún así, se vio deshojando una estúpida margarita mientras esperaba a nadie en la mesa del rincón del bar. El camarero la miró con desgana para ver si quería algo.
- ¿Tienes más margaritas?
- ¿Perdón?
- Un Martini. Sin aceituna. Y sin limón.
- Bueno.
Ninguna otra mirada. Siempre se preguntó porque hay tanta gente amarga a su alrededor. Nunca le contestó nadie. Los pétalos tomaron forma de carita feliz. Le trajo el Martini y le destruyó su creación. A pesar de ello, ella le miró con una sonrisa que nunca le fue devuelta y que se desvaneció amarga en su rostro, una vez más. Una lágrima aderezó su copa. Dio un trago chiquito y otro más largo. Relamió sus labios. Y volvió a decidir no tomar más decisiones y esperar a que las cosas ocurriesen por sí solas. Otra margarita. Y nadie vino.
- ¿Me puedo sentar?
- Claro.
- ...
- Viniste.
- Ya ves.
- ...
- ...
Le dio los pétalos, pagó el Martini aderezado sin aceituna y sin limón y se marchó. Lejos. Se olvidó el reloj y dejó varios principios. Caminó hasta que su cuerpo se detuvo sin pedirle permiso. Cuando se dio cuenta de esto, miró a su alrededor. Estaba en un lugar desconocido y quizá por eso le pareció hermoso y quizá por eso se quedó a vivir allí algún tiempo. Pasado. O presente. Pero nunca futuro. Saramago le había dicho que, aunque viviera en un espacio, habitaba en una memoria. Y tiene una memoria tan grande que se suele perder viviendo. O vivir perdiéndose. Pero eso José no lo sabía.
[Continuará...]
1 comentario:
Hola!
Me parece muy interesante este comienzo de relato y el concepto de la espera (y del tiempo en general) y de volar. Espero con impaciencia la continuación de tu relato. Yo tengo previsto próximamente incluir en mi blog algunos poemas que tratan el tema del tiempo unido al concepto de volar y al tema del amor en algún caso. ¡Me alegra mucho compartir estas casualidades de la vida con personas interesantes!
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